El secreto de las relaciones sociales está en nuestras neuronas

 

A mediados del siglo pasado, Dale Carnegie intuyó lo que la ciencia ha confirmado posteriormente con el descubrimiento de las neuronas espejo. Cómo nos conectamos con los demás define nuestras relaciones sociales. Estas últimas son la base para tener éxito en todos los aspectos de la vida.

 



¿Qué son las neuronas espejo?

 

¿Alguna vez te has preguntado por qué nos conmovemos al ver el sufrimiento de los demás? Cuando presenciamos el padecimiento ajeno, solemos sentir una sensación física parecida al dolor. Es como si existiera una red invisible que nos une con el resto de seres humanos. Ésta nos permite intuir lo que está sintiendo la otra persona… y deducir lo que está cavilando.

 

Esto se explica gracias a la existencia de las neuronas espejo. Cuando vemos, escuchamos o sentimos algo, este tipo de neuronas se activa. Son también las responsables de la empatía. Pero… ¿cómo inferimos lo que sienten o piensan los demás a través de las neuronas espejo?

 

El descubrimiento de estas células tan especiales aconteció en la década de los noventa. Este hallazgo dio un vuelco a la forma de concebir la mente. Hasta el momento, se sabía que el cerebro estaba compuesto por varias zonas relacionadas con diferentes comportamientos. Y se dividía en funciones como, por ejemplo el área del lenguaje, la auditiva, la motora, entre otras muchas. Sin embargo, los humanos siempre hemos querido entender las mentes de nuestros congéneres, y las neuronas espejo nos han dado la explicación.

 

Cómo funcionan las neuronas espejo

 

En los experimentos con animales se observó que, cuando un mono toma un objeto, se activan un tipo de neuronas. Lo más excepcional fue comprobar que cuando el mismo mono estaba quieto y veía a otro mono tomando un objeto, se activaban las mismas células. A nivel cerebral parecía como si lo estuviera haciendo él. Era como si viera su propia acción reflejada en un espejo. De este hecho podemos deducir que, cuando actuamos, nos transformamos en una especie de reflejo de los demás.

 

Detrás de cada acción siempre existe un estado mental. Gracias a las neuronas espejo, podemos intuir la emoción y el pensamiento que conduce a actuar a una persona. Estas células reflejan las sensaciones de los demás y hacen como si las sintiéramos en nuestra propia piel. Captan los más insignificantes detalles musculares de las personas que nos rodean e interpretan su significado. Para ellas, no existe diferencia entre lo que hago yo y lo que hacen los demás. También identifican los movimientos y las intenciones que hay detrás de una acción. Por ejemplo, si alguien coge una taza llena de café, deducimos que quiere beber.

 

Por esta razón, los humanos sabemos interpretar las señales de nuestros congéneres. Además, las neuronas espejo se comunican con los centros emocionales del cerebro relacionados con la empatía.

 

El cine, el teatro y la literatura se basan en la función de estas células. Cuando vemos o leemos una historia, nos ponemos en el lugar del protagonista y esto nos permite vivir experiencias ajenas. También son decisivas para el aprendizaje por imitación.

 

Las neuronas espejo son la base de las relaciones humanas

 

La imitación es la base de las relaciones humanas: nos permite ser empáticos y de esta manera comprender a quienes nos rodean. Además, recientes investigaciones señalan que las neuronas espejo fueron decisivas para la creación del lenguaje verbal en humanos. Expresado de otra manera, cuando veo hablar a alguien, es como si estuviera hablando yo.

 

Por todo lo visto, estas neuronas resultan esenciales en la interacción social. Actualmente se está estudiando el vínculo que existe entre las dificultades relacionales y los problemas en el funcionamiento de este tipo de células.

 

Se ha comprobado que existe una “transmisión” de emociones entre las personas que se encuentran en una misma habitación. Este hecho posee especial relevancia en los ambientes laborales. Si convivimos de forma habitual con personas hostiles, que mantienen actitudes agresivas, de alguna manera, nos contagiamos con estas emociones negativas.

 

Dale Carnegie ya resaltaba la importancia de mantener relaciones sanas entre los compañeros para desempeñar correctamente nuestro trabajo. Es de suma importancia que cuidemos nuestras palabras y comportamientos cuando nos dirigimos a los demás. Con una actitud positiva y con una sonrisa como carta de presentación, las personas de nuestro alrededor se sentirán más a gusto y se concentrarán mejor en sus tareas.

 

El autor también destacaba la empatía como una de las virtudes principales del buen líder. Ponerse en el lugar del otro y preguntarse francamente por lo que quiere, facilita el acercamiento y la cooperación.

 

En muchos momentos, tenemos dificultades y nos cuesta mantener una buena actitud. Los neurocientíficos especializados en las neuronas espejo, han demostrado que cuanto más sonreímos más posibilidades tenemos de ser felices y de hacer felices a los demás. Se ha demostrado que las personas que ríen más son las más longevas y padecen menos enfermedades.

 

Dale Carnegie señalaba el poder de la sonrisa como una de las reglas fundamentales para agradar a los demás. Dicho de otra manera, si actuamos como si fuéramos felices, influimos positivamente en nuestros sentimientos y contribuimos a la felicidad ajena.

 

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