Autoliderazgo para liderar con éxito a los demás

 ¿Sabías que para ser un buen líder primero debes poder liderarte a ti mismo? 

Con dicho planteamiento, ponemos sobre la mesa el concepto de autoliderazgo. Este término se refiere a la capacidad de ser responsables de nosotros mismos: de lo que hacemos, de nuestros objetivos y de los resultados de nuestras acciones. 

El éxito de un buen líder depende del control que ejerce sobre sí mismo, cómo comunica y de la forma en que regula sus emociones. Esto no quiere decir que las emociones tengan que ser eliminadas, sino que es recomendable aprender a gestionarlas para que no nos desborden. 

 

 



Según recientes investigaciones, la sensación de control es uno de los mejores indicadores del bienestar humano. En este sentido, la percepción de dominio de nuestras acciones, tiene mucho que ver con liderarse a uno mismo.

 

En las próximas líneas, os descubriremos algunos de los secretos para trabajar el autoliderazgo y llegar a ser un buen líder. Como veremos, cada uno de los puntos están ya tratados de forma magistral en la obra de Dale Carnegie.

 

#1. Conócete a ti mismo

Si queremos conducir grupos de personas de forma exitosa, necesitamos en primera instancia respetarnos a nosotros mismos. Para ello es indispensable conocernos bien: saber quiénes somos, qué necesitamos, cuáles son nuestros valores, actitudes, habilidades…  y definir nuestras metas.

Cuando tenemos claros nuestros objetivos y actuamos en consecuencia, es más fácil que los demás nos sigan. Es de suma importancia predicar con el ejemplo: éste desata un efecto contagio en el resto de personas. Dale Carnegie lo resumía muy bien con esta frase: “La suma de hombres y mujeres honorables darán como resultado una organización honorable”.

Conocerse a sí mismo incluye reconocer cuáles son nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Saber hasta dónde podemos llegar es básico para gestionarnos bien en el día a día. Dentro del campo laboral, es imprescindible que un líder tenga la capacidad de organizarse a sí mismo. Sólo así podrá dirigir a un equipo de personas.

 

#2. Aprende de los errores

La construcción del propio autoliderazgo no es un camino llano. En él, encontraremos numerosos altibajos. Está en nuestras manos aceptar adecuadamente tanto los éxitos como los fracasos. Y saber asumir estos últimos como parte imprescindible de nuestra experiencia vital, para aprender y mejorar.

 

Dale Carnegie decía: “Desarrolle éxitos a partir de los fracasos. El desaliento y el fracaso son dos de los trampolines más seguros hacia el éxito”.

 

En suma, debemos estar dispuestos a aprender continuamente de nuestros errores y a alentar a los demás a hacerlo. Un buen líder tiene claro que la innovación es un punto clave para el desarrollo de una organización. Para ello, hay que probar cosas que tal vez no se han hecho nunca. En estos intentos pueden producirse tropiezos y éxitos. Precisamente es este trayecto uno de los más relevantes en la construcción del autoliderazgo.

 

#3. Sé flexible y entusiasta

Como sucede con las personas y los equipos de trabajo, todas las organizaciones son diferentes. Un líder potencia los puntos fuertes de su equipo. Tenemos que estar dispuestos a observar las situaciones y a las personas sin partir de ideas preconcebidas, sin juicios. Con esta apertura mental, será más fácil asignar las tareas adecuadas a cada integrante del equipo, y sacar a la luz su talento.

Es conveniente creer y disfrutar con lo que hacemos. Un buen líder es capaz de transmitir su entusiasmo a los demás y que éstos le sigan en su empeño. Asimilar estas convicciones uno mismo resulta esencial. Ser creíble y convencer con el ejemplo, ahí está la clave.

 

#4. Practica la empatía

La empatía se define como el propósito de comprender lo que sienten los demás. Esta capacidad no tiene que ver con el caer bien o dejarse llevar; está más ligada con el respeto al otro y con el saber ponerse en su piel. Se trata de escuchar e intentar conocer los problemas y sentimientos de las personas que nos rodean.

Es la clave para poder resolver los problemas teniendo en cuenta todas las miradas. Al ponernos en el lugar del otro, vemos el mundo bajo diferentes prismas, abrimos nuestro horizonte y respetamos los espacios compartidos. Esto nos ayuda a negociar y saber llegar a posiciones intermedias en los conflictos.

 

En definitiva, el autoliderazgo está basado en conceptos como la empatía, el autoconocimiento y el aprendizaje continuo. Es más, no se trata de una capacidad que afecta sólo al ámbito profesional, sino que es relevante en todas las facetas de nuestra vida. Ser responsables de lo que hacemos, de cómo nos comportamos y cómo manejamos las situaciones es clave para influir positivamente en los que nos rodean.

 

Más información

En los programas de Dale Carnegie enseñamos en profundidad las claves de un liderazgo efectivo. Te ayudamos a avanzar en tu comunicación con los demás, a salir de tu zona de confort y a liderar mejor tus equipos. 

 

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